domingo, 29 de mayo de 2011

UN DÍA SIN LUZ

Todo estaba saliendo a las mil maravillas, mis padres habían decidido que pasaríamos el fin de semana en la casa de campo de la abuela, en el telediario habían dicho que iban a subir las temperaturas y como es primavera el campo estaba lleno de flores de lindos colores y con un olor especial.
 Llegamos a las cinco de la tarde, mi abuela estaba sentada en su mecedora, en cuanto vio acercarse el coche se levantó a saludarnos. Todo era genial, pero de pronto, nos dijo que había un pequeño problema, y era que estaríamos toda la noche y parte del día siguiente sin luz. ¿Un pequeño problema había dicho? ¡Un gran problema! Diría yo. No podría utilizar el portátil, cuando se acabara la batería de la P.S.P. ¿Dónde iba a enchufarla? Todo se complicaba, en el campo no había ciber, ni ludoteca. ¿Con qué jugaríamos? .Pero los juegos del campo resultaron más divertidos, jugamos a la orilla del arroyo, buscamos piedras de colores, visitamos a los animales del corral y montamos a caballo y en bicicleta.
Llegó la hora de la cena. ¿Qué íbamos a comer? No había vitrocerámica ni sandwichera. Pero la Abu encendió un fuego en la chimenea, y con las brasas nos hizo una parrillada de carne deliciosa. Nunca había comido nada con ese sabor tan especial y tan rico.
A la luz de la lumbre, los mayores contaban historias de cuando eran pequeños. Todos escuchábamos atentamente.
_ ¿Queréis que hagamos palomitas? preguntó la abuela.
_ ¿Cómo? Si el microondas no funciona, le respondimos
_! Pues como antes! En una sartén.
Sacó unas mazorcas, echó los granos en la sartén y los tapó. Cuando empezaron a sonar destapó el cacharro y las palomitas empezaron a salir como si nevara. Todos corríamos por el suelo buscándolas. ¡Fue genial y muy divertido!
Nos fuimos muy tarde a la cama, parecíamos fantasmas camino de la habitación con las velas en la mano. Pero no daba miedo. Días como este son de los que nunca se olvidan, aunque no haya luz para grabarlos. 

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